Seguro que todos hemos oído esta frase de “estamos muy orientados a la calidad”, o incluso a la experiencia del cliente, o a la satisfacción del usuario, o a la productividad, o a la mejora continua, o a lo que sea, o a todo a la vez.
El caso, es que a todos nos gusta estar orientados, ¡faltaría más!
Cuando hago esta pregunta en una formación, todo el mundo me contesta que sí, que cómo no van a estar orientados. Y aquí es cuando les gasto una pequeña broma, y les digo que se levanten y que extiendan un brazo señalando al norte. Je, je, je… no os hago spoiler.
Pues con el resto de temas, pasa algo igual. Todos creemos estar orientados a [lo que sea], pero la realidad es que esto no suele ser más que una creencia, que en muchos casos está muy lejos de la realidad.
¿Estás seguro que eso que pone en tu página web en misión-visión-valores es lo que orienta el día a día de tu empresa? ¿De verdad que todas y cada una de las personas de la empresa conocen qué es lo que se quiere, cómo se va a conseguir y qué se espera de cada uno de ellos? ¿Crees que todos saben qué es lo verdaderamente importante?
Y si has respondido que sí a alguna de esas preguntas, tengo más: ¿cómo lo sabes? ¿Qué criterios usas para saberlo? ¿Cómo lo mides? ¿Cómo detectas las desviaciones? De hecho, ¿cuál es tu punto de partida y cuál es tu punto de llegada? Si la empresa fuera un barco, ¿todo el mundo tiene el mismo objetivo en este barco?
Es absolutamente entendible que todo esto se deje para otro momento, o para más adelante. O para que los chicos de calidad se entretengan con la ISO. Al fin y al cabo, todas estas cuestiones no son productivas, no dan beneficios directos y no se miden en la cuenta de resultados mensual.
¿O sí?
No me he encontrado a ninguna empresa, perdón, empresario (las empresas no hablan), que diga que todo eso no es importante. Todos estamos de acuerdo en su importancia, eso está fuera de toda duda. Otra cosa es que seamos capaces de destinar recursos y personas para ponerlo en práctica. Y aquí es donde pinchamos en hueso. Esta alineación de valores no es una cuestión urgente. Y menos todavía para ese sector de las pymes y micropymes (casi el 99.8% del tejido empresarial en España)
¿Cómo puedes centrarte en lo que de verdad te importa?
Venga, vamos a lío.
Lo primero que deberías preguntarte es ¿qué quieres ser? Yo me acuerdo cuando era pequeño y todo el mundo me preguntaba eso con insistencia. Y aún se le sigue preguntando a los chavales, al menos yo lo hago de forma frecuente a mis hijas y me parece una buena idea hacerlo porque, al fin y al cabo, no deja de ser una llamada de atención. Algo así como “chaval, diviértete, pero piensa en el futuro”.
Y pienso que esa pregunta no deberíamos dejar de hacérnosla nunca, y me vais a permitir que meta una pequeña cuña, pues para ayudarte a responderla hay grandes profesionales con los que puedes contar para que te acompañen a encontrar las opciones que más se ajusten a tu momento actual y a tu entorno.
En cualquier caso, ya sea solo o acompañado, creo que hay algunos pasos básicos que debes plantearte. Aquí te encontrarás con miles de profesionales que te harán una propuesta diferente y todas serán válidas. Pero desde mi punto de vista, el foco principal está en la principal fuente de valor que tienen las empresas, y ese no es otro que las personas que la forman, por lo que mi propuesta, está absolutamente centrada en ellas.
A continuación te propongo algunos de estos pasos. No es un listado exhaustivo, ni definitivo, pero sí creo que están algunos de los que no deberían faltar.

1.- ESTABLECE TU ESTRATEGIA.- Es básico definirla bien, intentando evaluar la mayoría de las situaciones que puedas imaginarte. Desde luego, que un DAFO, es una herramienta básica. Tan básica, que suele despreciarse por su propia sencillez. Pero cuidado, no confundamos sencilla, con poco útil. Rodéate de esas personas que hay en tu organización, que saben “qué es lo que hay que hacer y cómo”, y trabájalo con ellas. Y comunícala.
2.- FOCO EN LA ORGANIZACIÓN.- Establece esa estrategia enfocándote en la organización en lugar de solamente en la productividad. Lo último es consecuencia de lo primero. Sistemas de Lean Management, Kaizen, etc… hay miles de opciones. Y ten siempre presente, que los problemas de hoy, son las soluciones que dimos ayer.
3.- TRABAJO EN EQUIPO.- Define tus procesos de forma que se fomente el trabajo en equipo. Deshazte de esas viejas técnicas, de organización departamental, en la que el conocimiento de la empresa está en cajones. Trabaja la comunicación tanto la horizontal como la vertical, sin sesgos, sin misterios y sin medias verdades. Preocúpate por tener a cada persona desempeñando el rol en el que de forma natural mejor se desenvuelven.
4.- RESPONSABILIDAD COMPARTIDA.- Comparte con tu equipo la responsabilidad de las decisiones que tomen. No puedes controlarlo todo, delega. Asume que tu equipo va a tomar mejores decisiones que las tuyas y acepta, que van a fallar. Si tú asumes toda la responsabilidad, se la estás quitando a ellos, y si le quitas la responsabilidad a alguien ¿en qué se convierte? Forma a tus mandos intermedios, dales oportunidades de crecer y desarrollarse y establece una cultura de crecimiento y aprendizaje, fomentando la participación en lugar del mando.
5.- ESTABLECE UNA VERDADERA CULTURA DEL CAMBIO.- Todo esto, al final, va a dar por resultado cambios constantes, algunos de ellos duraderos, y otros estables, pero no se producirá ese terrible estancamiento que es la muerte de las empresas. Fomenta esta actitud de aceptación y tolerancia al cambio, anima la participación de tus colaboradores, su creatividad, no mates su proactividad y olvídate de esos “aquí siempre se ha hecho así”. Te estarás preparando para nuevos escenarios que todavía no conoces y para nuevas oportunidades, que aún no han surgido.
Con todo esto, seguramente, podrás conseguir algunos de estos resultados:
- Verdadero enfoque en el cliente. Tanto interno, como externo. Tendrás a las personas enfocadas en dar valor añadido a tus clientes, en lugar de a la producción pura y simple.
- Mejora continua, ya que estarás estableciendo las bases para un cambio de cultura en la que no te conformes con lo que ayer valía.
- Unión de equipo y respeto entre las personas que los forman, y con ello, la base para la creación de estrategias cada vez más ambiciosas.
- Y desde luego, un aumento sustancial de tu cuenta de resultados.
¿Y tú, que utilizas para alinear tus valores y los de tu empresa?